martes, 24 de mayo de 2011

Los dolores de María

¿Haz reflexionado acerca de  los dolores que pasó la Virgen María? Reflexionar sobre esto me ayudó a pensar más en ella como madre.  Me sitúo en su lugar.  
Primer dolor-  ver nacer a su hijo en un pesebre en una canoa de echar  de comer a los animales en absoluta pobreza. Reflexionaba sobre los cuidados que tuve cuando nació mi primer hijo.   Lo meticulosa, hasta compulsiva que fui con desinfectantes, antivirus  que utilicé para que mi hijo tuviera un lugar lo más higiénico posible.  ¡Cuántos paños, batitas, almohadas, frisas, tenía mi hijo! María tuvo que aceptar con humildad y confiar en Dios en todo momento. 
Segundo dolor - oír de los labios del Simeón que mucha gente iría contra Jesús y a causa de Ël, una espada de dolor atravesaría el corazon de la madre. Recordaba lo leona que fui cuando escuchaba de alguna situación que fue contra mis hijos en las escuelas.  Pensaba en las injusticias que a veces sucedieron y cómo actué.  María guardaba todo esto en su corazón. María aceptaba con humildad y confiaba en Dios en todo momento. 
Tercer dolor- La huída a Egipto con el Niño- Tan frágiles que son los bebés y los cuidados que se les tiene.  Recuerdo lo difícil que fui para los familiares,  con mis hijos pequeños.  No dejaba que nadie los despertara, ni los tomaran en brazos.  No iba a tiendas para que no se resfriaran o enfermaran.  Pensaba en María, salir huyendo hacia un lugar desconocido con un niño pequeño en brazos. María aceptaba esos acontecimientos porque confiaba en Dios en todo momento.
Cuarto Dolor-  El niño perdido y hallado en el templo-  La desesperación y angustia cuando se me perdía alguno de mis hijos porque se entraban a las casas de los vecinos sin notificarme, me hacía pensar lo peor.  Recuerdo buscarlos en mi auto, de calle en calle hasta que ellos deseaban aparecer, era desesperante.  Pensaba en los tres días que estuvo perdido Jesús. Para María fue muy angustioso.  María confiaba en Dios y esperaba.

Quinto dolor-  Oír la sentencia de Muerte de Pilatos.  Pensaba en María, cómo era posible escuchar una sentencia de muerte por su hijo inocente.  Cuántas madres a pesar de saber que su hijo es culpable de crímenes, no por esto les deja de doler, cuánto más para María, escuchar estas palabras de su inocente hijo, entregado como un pequeño cordero al matadero.  

Sexto dolor-  Ver morir a Jesús .  La pasíon, agonía y muerte de su hijo Jesús fue de unas tres horas.  Seguir al lado de su hijo, verlo azotado, desgarrado, escupido, pateado. Fue burlado y abandonado por sus amigos. Verlo colgado de la cruz, clavado y desangrándose.  Una muerte tan lenta, tan dolorosa.  Sin poder hacer nada, solo acompañarlo.  El corazón de María estaba destrozado.

Séptimo dolor-  Asistir a su sepultura.  Imagino el gran dolor que fue para María, recibir a su hijo completamente desfigurado, atormentado en sus brazos.  Limpiarlo y luego dejarlo en la sepultura.  El entierro de un ser querido es muy doloroso, el de un hijo es un dolor inmenso que hay madres que no se pueden recuperar, el dolor de María, por su hijo Jesús, no hay palabras que lo describan.


La reflexión la  tomé del libro El combate Espiritual.


SIETE GRACIAS DE LA SANTISIMA VIRGEN  



Siete gracias que la Santísima Virgen concede a las almas que la honran diariamente (considerando sus lágrimas y dolores) con siete Avemarías. Santa Brígida. 
1º. Pondré paz en sus familias. 
2º. Serán iluminados en los Divinos Misterios. 
3º. Los consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos. 
4º. Les daré cuanto me pidan con tal que no se oponga a la voluntad de mi Divino Hijo y a la santificación de sus almas. 
5º. Los defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y los protegeré en todos los 
instantes de sus vidas. 
6º. Los asistiré visiblemente en el momento de su muerte: verán el rostro de su Madre. 
7º. He conseguido de mi Divino Hijo que los que propaguen esta devoción (a mis lágrimas y dolores) sean trasladados de esta vida terrenal a la felicidad eterna directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos “su eterna consolación y alegría”. 


No hay comentarios: